Las dinámicas de vida de las sociedades contemporáneas producen enormes grados de individualismo, tristeza y soledad. La vida en nuestra sociedad actual es una vida "rodeada de nadie". La soledad humana determina gestos, acciones, la relación con el cuerpo y la posibilidad de creer. El ser humano que cierra las puertas a la alteridad queda en el aislamiento. Los rasgos de la sociedad actual constituyen una imposibilidad para el amor, por tanto, se hace urgente establecer relaciones que vayan más allá del rendimiento y del poder; que tengan un horizonte de futuro, porque el futuro es el tiempo del otro. Este paradigma cultural requiere ser pensado desde el Dios de la teología. No se trata de pensar a Dios sino de pensar con Dios, con el Dios del exceso de amor, bondad y misericordia. Esta síntesis y reflexión teológica desde la categoría de alteridad es un intento por recuperar para la teología categorías necesarias para dar frente a los rasgos de nuestra cultura actual. Estas categorías fueron reflexionadas con enorme profundidad por los filósofos judíos, en medio de los horrores del siglo pasado y constituyen un aporte indispensable para el pensar teológico en nuestros tiempos.